miércoles, 17 de diciembre de 2014

Wellcome to Vigo.Bienvenidos cruceristas





     El altar donde se ofrenda el ocio de muchas personas los fines de semana sobre todo, pero también en la compra de diario y hasta el referente cultural de nuestros hijos es el centro comercial. Reino del prefabricado, del consumo rápido y el cartón-piedra es una alternativa…
…si no se te ocurre nada mejor que hacer.
      Si lo visitas las franquicias te lo agradecerán. De hecho el modelo de centro comercial, de consumo dirigido y compulsivo se ha ido extendiendo a muchos otros apartados de nuestra vida. Uno de ellos, sin duda, las vacaciones.
     El común de los mortales, asalariado o autónomo, dispone de un tiempo limitado de asueto, demasiado limitado me atrevería a decir, así que, qué mejor que optar por el mismo concepto de centro comercial para las mismas. Condensar la experiencia desestresante o culturizante en una cómoda dosis. Y, ya puestos a repetir modelos, por qué no, un inmenso centro comercial flotante.
     El pasado 27 de septiembre, de ruta cicloturista, tuve la ocasión de ver atracar a dos verdaderos mastodontes de los mares en Vigo: El Oasis of Seas, el barco de pasajeros más grande del mundo, con sus 9000 personas entre pasaje y tripulación. El mismo día coincidió con el Celebrity Infinity, que transporta 3000 personas.
     La llegada fue precedida de una preparación previa en que se volcaron toda suerte de autoridades y fue muy significativa la forma en que se vendió Galicia a los pasajeros, que disponían de un día para empaparse de una realidad galega construida a medida.
    También antes llegó la consabida promoción a los cruceristas, recibida con una mezcla de sorna e indignación por los vigueses. Se ofrecieron las playas de las Islas Cíes, pero en foto, claro, puesto que en realidad se llevó a los turistas a la playa urbana de Samil. Como imagen de Vigo se colgaba una foto del Pórtico de la Gloria, aunque no aclaraba que éste en realidad está en Santiago y se empezó el despliegue de toda suerte de souvenirs en las tiendas del puerto, algunos de ellos tan auténticamente vigueses como sombreros charros o trajes de faralaes. Al menos se recomendaba probar el pulpo, algo realmente local.
     Y llegó la horda. Una turba de 13.000 personas a consumir turismo a velocidad de vértigo.

     Hubo quien tomó un bus para ir a Santiago y ver la ciudad en tres horas. Quien fue a la playa de Samil, ya que las paradisíacas Cíes tienen un cupo máximo de visitantes. No faltó quien simplemente se dio una vuelta por el horrendo puerto, rodeado de astilleros quebrados, y no creo que inspirados por los escenarios de los lunes al sol. O quien se tomó algo o comió a precios especiales para los visitantes, más caros quiero decir. También quien contempló la exhibición de oficios tradicionales tales como percebeiros (quizá recogieron el preciado crustáceo en una reproducción de cemento) y degustaciones diversas.
     En resumen, unas 12 horas en total para conocer Galicia, o eso decía la publicidad, tras haber invertido otras 12 horas, aproximadamente, en conocer Oporto y tiempo parecido en Lisboa. Impresionante marca que demuestra hasta qué punto nos volvemos lelos en manada, o el ínfimo interés en conocer realmente nada, sino en pasar el tiempo como tiene que ser: consumiendo y convirtiendo el ocio en una sofisticada y cara forma de estrés.
     Porque lo que supone transitar en cruceros como estos es disponer de piscina, restaurantes, casinos, salas de juego, gimnasios, pista de tenis… Toda una oda al consumo rápido y al gasto apresurado, porque la monotonía amenaza al final del viaje. No importa que el crucero sea la entrada de la experiencia matrimonial o los ahorros que se van dilapidando en la tercera edad.

     Todo ello, por supuesto, sin que quede poso de la realidad de los lugares que se visitan, mucho menos de sus problemas sociales, políticos o ambientales. Problemas que, en algunas ocasiones, vienen provocados por la misma masificación turística.
    De hecho el turismo se ha globalizado, como todo, y se pide en realidad lo que uno espera encontrar, no lo que es realmente el lugar de origen. Al fin y al cabo se espera hacer las cosas bien y rápido, un goce por el que se paga y se espera máxima satisfacción.
    Esta estrambótica universalización produce toda suerte de esperpentos que van desde tabernas irlandesas en Tailandia, restaurantes de Sushi en Cancún o garitos caribeños en Riga. Todo a gusto del consumidor.
     En el caso de los cruceros la situación es especialmente llamativa, más aún cuando se trata de monstruos flotantes que a veces recalan en puertos, especialmente islas, en las que la población turista llega a ser casi tanta como la local, cual horda vikinga en busca de la foto rápida o el chapuzón. A veces no hay ni población propiamente dicha porque se acude a un resort construido ex profeso, cuyo tamaño dependerá del poder adquisitivo: a más dinero menor resort y más “encanto”.
     No son tiempos de pontificar sobre nada, solo contar lo que vi y lo que me dio qué pensar. Cada quien que invierta su tiempo como mejor considere, pero luego que no se sienta engañado. Al fin y al cabo este tipo de vacaciones no son sino una versión de la sociedad de consumo comprimida, flotante y con unas pocas más serpentinas. En cubierta te esperarán con tu copa de champán y unos pocos globos. Seguro que no faltarán nativos que te aplaudan. Bienvenido, wellcome, aloha forastero.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Postales de Tierra Santa

Gracias a la gente de el Pollo Urbano, veterana publicación zaragozana, que nos sacaron este simpático artículo el pasado octubre.
No cuento en este blog, caótico y atemporal, más que breves flashes de algún que otro viaje, pero este artículo, en su momento, estuvo de plenísima actualidad.





147TierraSantaP
Por J. M. Marshall
Fotografías de Paloma Marina

     Ir de turismo a eso que llaman Tierra Santa no deja indiferente a nadie. Sea por lo que sea, desde verte abducido por un arrebato de fe judía, cristiana o musulmana (táchese lo que proceda) a ejercer de turista solidario y entregar un poco de tu tiempo a quienes peor están, que son legión, es imposible que esa tierra no te deje poso.
     Pero como uno viene a estos sitos a hacer de turista, que esencialmente es un mirón con ínfulas, lo mejor es quedarse con unos cuantos flashes, unas postales que compongan un poco el cuadro.
     Primera postal, cortesía armada. Quien espere encontrar amabilidad entre los israelíes probablemente tendrá que buscarla a fondo y sacarse la espinita que produce estar permanentemente rodeado de personas que portan un subfusil automático, ya sea M16 o Galil. Aquí, de niño, aprendes nombres de juguetes, muñecas o marcas de coches, y en Israel puedes aprender de armas, todo esto después de ir en tu tierna infancia a Masada a jurar morir por tu país. Las armas están tan presentes en la geografía cotidiana como el color oliva de los uniformes de los miles y miles de soldados que acompañarán tu viaje.
    Mirada religiosa. Tiempo de oración. Ya sea de rodillas, balanceándose frente a un muro o cargando un crucifijo es imposible pensar Tierra Santa sin su aroma santurrón y con un punto fanático. En la santa Jerusalén las callejas serpenteantes son recorridas por beatas con rosario, barbudos de diversos pelajes y todo lo último en moda medieval de vestimenta, con un toque retro de la Europa del Este que aportan los judíos jasídicos. En esto sí que hay una gran diferencia con los sitios turísticos habituales. No van disfrazados, se lo creen.
   Parada turística, otra postal. Imprescindible si entras o sales de Palestina, si cruzas el desierto, si entras a una estación o, incluso, una oficina de correos. Una parada turística inevitable es el checkpoint. Los hay más rutinarios con su scanner y detector de metales, más cool, con sus garitas refrigeradas y sistemas informáticos. Pero también abunda el estilo desenfadado de la barrera de hormigón que bloquea el paso, e incluso el toque más bélico del parapeto con su lona de camuflaje. Sobre cortesía en los checkpoint, diríjase a la primera postal.
     Bantustanes de nuestro tiempo. Técnicamente, un bantustan se denominaba en África a la porción de tierra cercada donde vivían habitantes no blancos. Vallados o no, seguro que no tenían la espectacularidad del Muro de Cisjordania. Una vista de más de 700kms de torretas de vigilancia, alambre de espino, cemento y acero que es un verdadero reclamo turístico bastante fotografiado. El mediático Banksy estuvo aquí y seguro que también se estremeció.  El muro es la oportunidad de oro de encontrar street art de diversas partes del mundo y humildes relatos de una realidad muy dura.
    Y esta postal, ¿cuánto me cuesta? Inflación galopante y precios desbocados. Pero si yo pensaba que aquí el nivel de vida era más bajo… Seguro que sí, pero eso no es óbice para que el coste de los productos más básicos sea desorbitado. No se olvide usted, sr. turista, que aquí lo importamos todo y que gastamos mucho dinero en un estado de guerra permanente. Hay quien dice que hasta una quinta parte de todo el Producto Interior Bruto israelí va destinado a la militarización del país. Respecto a los palestinos, lo que no es proporcionado por la ONU depende de Israel, por lo que una persona que gana de media unos 300-400 euros al mes paga casi un euro por un simple yogur, por poner un ejemplo.
    ¿Quiénes son estas personas? Estás en Belén pero no es Belén, o en Jericó pero no es Jericó. Son más de dos millones y son los habitantes de ninguna parte, los no censados más que por la ONU, los que construyen barrios, porque en algún sitio han de vivir, pero resulta que se llaman campos. Algunos ya van por la cuarta generación y los llaman refugiados. En principio, ahí seguirán. Algunos se consideran afortunados, mira qué cosas, porque, dentro de lo malo, están en Palestina y no en el inestable Líbano o, peor aún, en Siria. Aqabat Jaber, Aida, Balata o Tulkarm son las tierras de nadie. Como siempre se puede estar peor, puedes tener muy mala suerte y recalar en Gaza, a tiro de bomba inteligente o en el lugar equivocado. Por ejemplo, sobre un túnel de Hamas…
      La postal amable, la sonrisa de un niño. Si de algo andan sobrados en Tierra Santa es de críos y crías. Con unas medias de natalidad inconcebibles para el estándar ibérico, son el desdichado daño colateral, ese cruel eufemismo. Una infancia que vive condicionada por el conflicto, por la imposición religiosa de la casa en la que naces y que te acompañará de forma permanente, a no ser que abandones tan santo territorio por otros más paganos.
     Mejor quedarse con esta última postal de esperanza, ya que parece que una vez más ha sido imposible que este breve artículo salga imparcial. Nadie lo es y son muchos, demasiados, los actores en esta película, mezcla de cine bélico y thriller político. Es bueno ver en persona las cosas, mejor reflexionar sobre ellas y pensar que, a menudo, nos venden demasiadas postales, demasiados clichés como reales, cuando en realidad puede que estemos mirando un enfoque fuera de cuadro.
 

lunes, 6 de octubre de 2014

Bucarest dorada y gris

El tópico suele decir de un sitio que no deja indiferente. Bucarest bien podría encajar en esa definición y puede servir de excelente botón de muestra para palpar la realidad rumana en un par de días.
Lo cierto es que la ciudad tampoco merece una visita demasiado larga, pero sorprende por la mezcolanza de estilos del casco histórico de la misma, desde Modernismo, Neoclasicismo o Art-Decó al horrendo mamotreto del Parlamento de Ceacescu.
Bucarest cumple también con todos los peores tópicos de ciudad del Este. Fea, gris, sucia y descuidada. Entre estupendos edificios con decoración estilo imperio, de los tiempos austrohúngaros, languidecen otras joyitas históricas en plena ruina.
La ciudad combina, en un mismo espacio, la infravivienda con las villas de lujo. Los edificios ocupados por población gitana en evidente exclusión social, con las embajadas.
Cables colgando por todas partes, algunos directamente rotos por los que confías que no pase electricidad. Perros callejeros, pero no abandonados, pues es frecuente encontrar personas que cuidan y alimentan a la ingente población canina. Ha habido tímidos intentos de control y esterilación, con escaso o nulo éxito.
Dentro del tráfico caótico, junto a los populares Dacia y Daewoo en diferentes estados de conservación, sorprende a cualquier visitante es la cantidad de coches de alta gama que recorren las anchas avenidas de la dictadura comunista, que fueron construidas a costa de demoler media ciudad, en el delirio urbanístico de Ceacescu. Choca comprobar que, por muy ancha que parezca la avenida, siempre consigue llenarse.

La inmensa mole del Parlamento

Pero, al mismo tiempo, Bucarest es una ciudad viva e inquieta, que atesora una vida cultural reflejada en un buen puñado de teatros, todos con temporada estable, clubes con música en vivo, moda... Y no sólo eso, sino un repertorio de bares de diseño, con música temática, con jazz, blues, con tecno o rock a la última a precios sin competencia si tomamos el estandar español de este tipo de lugares.
Un paseo por los alrededores de Calea Victoriei y el Casco Histórico (Centrul Vechi) ya nos puede orientar de lo que se cuece en la ciudad. Nada que ver, por supuesto, con los barrios que se alejan más del centro, donde se alinean cientos de bloques de diseño casi idéntico y calles no muy bien asfaltadas, aunque con intentos de mejora.
Por otro lado merece la pena una visita a la Bucarest judía, si consigues encontrar abierto el Museo, tarea difícil, y, si hay suerte, dedicar un tiempo a alguno de los festivales que se celebran en la ciudad.
También llama la atención, tras la temporada en que el ateísmo era oficial por decreto, el renovado fervor religioso de buena parte de la población urbana, que se manifiesta en misas llenas y gente que se santigua al paso por cualquier iglesia. En persona asistimos a las filas y aglomeraciones por venerar la reliquia de san Esteban en pleno centro de la ciudad.
Y los bares... Bueno, qué decir de precios de un euro por medio litro de estupenda cerveza.
La hostelería, algún museo interesante y la vida cultural son la parte dorada de Bucarest.



 Uno de los elegantes cafés del centro de Bucarest



B-FIT in the Street. Una agradable sorpresa

La segunda semana de septiembre nos pilló en Bucarest con uno de los más estimulantes festivales de teatro en la calle que me haya encontrado: B-Fit Festival.
Tuvimos la suerte de poder asistir a la actuación de la Fura dels Baus con el Parlamento de Ceacescu de fondo, pero también participaron grupos de la propia Rumanía, Francia, Holanda...
En el festival había desde performers que actuaban en solitario a grupos de batucada o teatro de vanguardia. Todo gratis y todo en la calle.
Una lástima la asistencia, que no fue muy masiva aunque el espectáculo lo merecía. La Fura, especialmente, ofreció un show muy intenso, aunque a ratos un tanto desigual, con grandes estructuras de metal y un juego de luces y proyecciones realmente espectacular.
Este festival se sigue realizando todos los años y, si estás en Bucarest, no deberías perdértelo.

Un momento del espectáculo de la Fura dels Baus


Una conversación y cuatro Ursus

Ursus es una de las estupendas cervezas rumanas.
Mihai es un joven trabajador que habla un perfecto castellano y que nos sirvió de introducción a la actualidad rumana y a la vida cultural de Bucarest.
Nos ilustró especialmente sobre la realidad más cotidiana de la ciudad. Nos sorprendieron especialmente los precios de muchas necesidades básicas en Rumanía, como por ejemplo la vivienda.
También una percepción que nos repitieron otras personas a lo largo del viaje, la idea de que se ha "vendido" el país con las sucesivas oleadas de privatizaciones que han derivado en una terrible inflación.
Por otro lado nos vino muy bien para desmontar la imagen absolutamente desproporcionada de inseguridad que se da sobre la capital rumana. Es cierto que no hay muy buena iluminación en algunas calles, pero los niveles de delincuencia son bajos. Pobreza no es delincuencia. Por desgracia en Bucarest hay mucha gente sin recursos, pero eso no les convierte en delincuentes, aunque picaresca siempre hay, sino no hay más que intentar coger un taxiLengua fuera.
El salario medio de una persona en Rumanía son unos 300 euros mensuales, en labores agrícolas aún menos y un camarero puede ganar unos 200.
Sin embargo un alquiler en un barrio alejado del centro en Bucarest rara vez era inferior a los 150 euros por un apartamento de una habitación. Se podían encontrar habitaciones para compartir por unos 100 euros, esta era la cara más gris de Bucarest.

Orientándonos con nuestro amable guía local


Una bicicleta Pegas, ciclismo retro rumano

 
Lugares en Bucarest...
Para tomar algo: Atelier Mecanic (Str Covaci). No asustarse por el aspecto de este bar de diseño, los precios son económicos. La propuesta estética está cuidadísima, una fábrica de los años 50 en el que se han aprovechado las antiguas estructuras, con mobiliario casualmente descuidado, proveniente de escuelas y talleres.
Hanul Lui Manuc es una antigua posada armenia, restaurada cuidadosamente y llena de rincones. Muy cara para dormir, pero ideal para tomarse un cafécito o una cerveza lejos del tráfico.
Para dormir: Butterfly Vila Hostel Stirbei Voda no 96. 021 314 7595 La relación calidad/precio de este lugar mochilero es inmejorable. Para descrédito de la hostelería rumana hay que reconocer que encontramos bastantes sitios catalogados como hotel estaban peor cuidados que este sitio.
Bicis: En varios puntos en la zona centro de Bucarest ha surgido una iniciativa de préstamo de bicicletas por un precio casi simbólico. Puedes encontrarlas en el parque anexo al Parlamento, hacia el Norte. Son unos 5 euros por día completo y hay carriles bici, aunque nada respetados.
Bicicletas Pegas. Las antiguas bicis de tiempos de Ceacescu se han vuelto a poner de moda. Por unos 200 euros te puedes pegar el capricho ciclista vintage. Luego hay que traerlas, claro.
Consejo de transporte: Para llegar desde/a los aeropuertos de Bucarest hay dos líneas de bus realmente económicas la 783 y la 780. Pese a lo que te digan los taxistas, la 783 funciona 24hs al día y te deja en el centro por menos de un euro.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Chiang Mai en dos conversaciones

Si uno quiere huir de la ríada turística que toma Chiang Mai como una especie de parque multiaventura que incluye rafting, canopy, ciclismo btt y elefanting, aunque parezca mentira hay varias posibilidades dentro de la misma ciudad para conocer algo más de la realidad tailandesa e incluso echar un cable a alguna buena causa.

Para empezar hay que dejar clara una cosa: Sólo hay un centro de recuperacion de elefantes en la zona de Chiang Mai, aunque hay varios en ciudades cercanas como Lampang. Muchos de los presuntos centros de recuperación no son sino shows turísticos y conviene preguntar en qué consiste exactamente la labor de recuperación del centro donde nos llevan, porque podríamos estar generando el efecto contrario: la explotación de los elefantes.

Mi jornada en la turística Chiang Mai empezó por todo un clásico: un cafécito en una cafetería hokkien, al estilo puramente italiano, pero con café de las cercanías, de excelente calidad y cultivo orgánico. Hay muchas en Chiang Mai, pero probablemente las más interesantes son los pequeños chiringuitos situados en una esquina, que distribuyen cafés, como el de la marca Nacha, que benefician directamente a comunidades locales.




Más tarde, hice caso a una recomendación de la sacrosanta Lonely Planet y acudi a charlar con un monje novicio al Wat Chedi Lung.
¿En qué piensa la juventud tailandesa? Pues en política y antes de lo que pensaba, pues hasta el momento había sido un tema del que no había tenido ninguna información. Miedo a una nueva junta militar, a un posible retroceso en jóvenes por un lado apegados a su tradición budista, pero que también andan ávidos de blackberries, Facebook y una cierta libertad sexual.
Hablo primero con un chico de instituto con una perfecta dicción inglesa, un tanto británica, que deja a la altura del barro mi inglés de fuerte acento castellano y volumen excesivo para un oriental. Me queda claro que mi volumen de conversación es comparable al de un vendedor callejero. Todo esto entre sonrisas, pues la cortesía, el "no perder cara" es fundamental.

Para Sengsopam su forma de ver la vida es un tanto diferente. Con 8 años ya de formación para monje, pues lo habitual es empezar el noviciado en cuanto se termina la primaria, la vida se presupone tranquila y meditativa, pero eso no quita para que sea un gran seguidor del hip hop y ávido lector de prensa en inglés.
Hablamos de Eminem, de la cantidad de preconceptos que se tienen sobre el budismo y ellos tienen sobre lo que llaman "cristianos", así, en general.

 

Planteo abiertamente si los monjes intervienen en política, algo tan común entre la jerarquía católica, pero él lo ve más bien como cosa de otro tiempo, algo que ya no es habitual y es más típico de otros países. Supongo que se refiere a la cercana Myanmar o puede que a Tibet, aunque en Tailandia pertenecen a otra corriente del budismo.
Nadie, o al menos no lo encontré en todo el viaje, cuestiona lo más mínimo a su longevo monarca o la figura en sí de la monarquía y las alusiones a la política son más bien tímidas.
De hecho, por lo conversado, cuando un niño empieza a convertirse en monje se despega bastante de la familia. Sensopam es del mismo Chiang Mai, pero eso es poco común. La mayor parte de los monjes provienen de zonas rurales y culturalmente tienen poco que ver con la agitada vida urbana tailandesa, que tiene mucho más en común con cualquier ciudad occidental, tal y como la concebimos en Europa, que con las tradicionales formas de vida, que en Tailandia se asocian más a una cierta forma de atraso cultural. Chocante, pero es así.
Al fin y al cabo el hecho religioso en este país no es muy distinto de lo que puede ser en España. La gente acude a rezar, pero no en multitudes, y es muy raro quien acude al templo con frecuencia. Es más una costumbre social que un fervor y un hecho social comparable al que puede existir en el mundo musulmán, por ejemplo.
El budismo está presente en la sociedad y era buena parte de su realidad para mi conversador monje, pero uno termina por darse cuenta de que no deja de estar hablando con una persona joven, con las inquietudes propias de cualquier joven y con una mirada crítica que sorprende.
Lástima de ese toque efímero que traen todos estos viajes de observador tranquilo para poder saber más de esas realidades tangenciales al viaje como son las personas.
Una ciudad convertida en escenario turístico dice muy poco al visitante. Un par de simples conversaciones te cuentan más que el más espectacular de los museos.

 Inquietante reproducción en cera de un importante monje con restos de su cuerpo en frasquitos



domingo, 31 de agosto de 2014

Sukhotai, arqueología ciclable

Una de las ventajas de la llanura central de Tailandia es que es plana como una mano, lo que permite llenarla de miles de hectáreas de arroz, del que este país es el principal exportador mundial junto con Vietnam.
Una desventaja, que, como por desgracia sucedió durante mi viaje, las inundaciones son fatales en este territorio.
Y una gran ventaja es que, por muy mala forma física que tengas, no puedes dejar de coger una bici en alguna ocasión, como, por ejemplo, para recorrer el impresionante parque arqueológico de Sukhotai, patrimonio mundial de la Humanidad.




Uno de los senderos (no ciclable) dentro del bosque

La ruta puede empezar perfectamente en Nueva Sukhothai, la ciudad que esta a unos 12kms de las ruinas y que es un estupendo sitio para alojarte por un precio mucho más económico que en el sitio arqueológico y con una variedad de comidas interesante.
Una vez allí hay varios alojamientos que ofertan bicis gratuitamente para recorrer la zona. No esperéis ningun modelo flamante, pero sí unas bicis aceptables para cubrir la distancia hasta las ruinas.

Fijarse bien. No hay dos iguales.

Sino, de todas formas, podéis dar un paseito por la ciudad.
No tengáis miedo del tráfico. Para vergüenza de los conductores zaragozanos puedo afirmar sin duda que los tailandeses son bastante más respetuosos con los ciclistas que los conductores maños.
Ahora bien, si os da apuro los 24kms ida y vuelta a las ruinas, no os podéis perder alquilar por poco más de un euro una bici y no solo visitar el yacimiento central sino aventuraros en todo el entorno.

Suh2 


En Sukhothai las pagodas y budas aparecen donde menos lo esperas. En un caminito, en mitad de un bosque, en lo alto de una colina o junto a un estanque. El mapa que facilitan a la entrada es muy útil en este sentido.
Y, de vuelta, una idea es entrar en el desvío que lleva a varios restos dirección Nueva Sukhothai y volver a la ciudad por el camino paralelo a la carretera. Búfalos, arrozales, escolares que te saludan... Una gozada.

Alojamiento: Aunque no suelo hacerlo, esta vez no puedo más que recomendar la Sabaidee Guest House. Económica, situada en un entorno plácido, casi rural y con un personal muy atento.

viernes, 29 de agosto de 2014

Archipiélago de Trang. Vida tras el tsunami

Una vez en Tailandia, la cantidad de islas es tal, así como de toda suerte de resorts turísticos con playa, buceo, animalillos diversos, todo tipo de bebercios y de drogas no tan legales que resulta difícil elegir.
Si me he de quedar con uno de los numerosos archipiélagos, en cuanto a tener un mínimo trato con población local y no solo con otros turistas, sin duda estas son las islas de Trang.
Estas islas son parte de la Tailandia musulmana, la zona sur del país, que se acerca a Malasia, habla otras lenguas y tiene otras peculiaridades étnicas.
Dentro del archipiélago de Trang se puede bucear, practicar snorkeling, ir en piragua o simplemente vegetar tomando una cerveza, como en cualquier otra zona de playa en Tailandia, pero tiene la ventaja de poder hospedarse en alguna casa de los lugareños, por lo regular bastante amables, y conocer de lo que se vive aquí, que es la pesca, la agricultura y ganadería de subsistencia y, sobre todo, el comercio del caucho.

Una alternativa interesante en Koh Muk es conocer todo el proceso de producción del caucho y primer procesado del mismo. Es mucho más artesanal de lo que nos podemos imaginar e incluye recogerlo de los vasitos, cocerlo y quitarle el agua manualmente (Más bien pisándolo) y luego secarlo para su venta.


Proceso del caucho. Faena de mujeres.

También podemos encontrarnos con los Moken o gitanos del mar, que son un grupo étnico austronesio seminómada que solo se encuentra en el mar de Andaman y que tienen una lengua aislada que no se parece a ninguna otra. Están también asentados en islas como Phuket pero es más fácil verlos en su medio en la zona de Trang. Aunque son amables no les gustan las fotos.
En Koh Muk, por supuesto, no nos podemos perder una sesión de remo hasta la conocida Cueva Esmeralda, un ojo de agua aislado, similar a los cenotes mexicanos, al que sólo se accede por un pasadizo de 80ms completamente a oscuras.





La Cueva Esmeralda

Y otra estupenda alternativa en Trang es la isla de Koh Sukorn, de talante mucho más conservador (La gente es muy religiosa) y acceso más complicado es un rincón de paz que no se puede uno perder, con la alternativa de disponer de alojamiento en viviendas locales, con desayuno y, si se quiere, comida y cena, aunque las dificultades de entendimiento y las probabilidades de terminar comiendo picantes infernales, son muchas.


 Ko Sukorn, recogiendo cocos





Todo ello sin desperdiciar la oportunidad de ver a una de las tres únicas especies de sirénidos que existen: el dugongo, en gravísimo peligro de extinción y que se encuentra en el Parque Nacional que comprende varias de las islas de Trang.
Siendo sincero, yo no vi ninguno y no debe ser fácil, sobre todo por sus hábitos nocturnos.


Transporte: Lo más recomendable para llegar o salir de Trang es el tren. Hay dos servicios diarios desde y hacia Bangkok. Comodísimo, económico y deja en pleno centro de la ciudad.
Desde la misma puerta de la estación puedes moverte hasta cualquiera de las islas contratando el transporte hasta el muelle y el barquito (No esperéis ningun ferry de lujo)

jueves, 28 de agosto de 2014

Koh Tao. Motos y buceo

 Poco de nuevo  hay que contar sobre las estupendas playas y las islas, tanto del Golfo de Tailandia como del mar de Andaman, pero no por ello me gustaría evitar comentar algunas cosas sobre Koh Tao.
Koh Tao es una isla situada en el Mar de China Meridional, con unos 5000 habitantes reales, más una población de turistas que llega a triplicar a los habitantes y una cantidad de motos que iguala en cantidad a los lugareños.



Cielos ¡Un farang caminando! Parecían querer decir las miradas de algunos thai de Koh Tao. Todo ello porque los miles de visitantes de la isla han cogido la peligrosa costumbre (Para su integridad física y para el Medio Ambiente) de alquilar motos para recorrer la escasa distancia de carretera que cruzar los escasos 4kms que mide la vía asfaltada que cruza la isla de punta a punta. Eso cuando, en un ejercicio de cretinismo sin límite, no les da por alquilar potentes quad con los que penetran en caminos dentro del bosque tropical, donde habitan varias especies protegidas.
Por un lado, cuando hablo de peligro para la integridad fisica, hablo de un peligro real. En escasos tres días en Koh Tao escuche tres testimonios directos de accidentados con moto y vi otro más en el ferry que presumía de sus vendajes. En una competición de idiotas, con los turistas de la isla se podría hacer cola.



Por otro hablo de una presión ecológica tremenda para un verdadero paraíso natural, a la que se suma la basura por toneladas, especialmente botellas de plástico. Hay lugares donde rellenan botellas con agua tratada, especialmente en los centros de buceo, si no se encuentran, conviene preguntar. También, en mi opinión, es preferible, ya puestos, alquilar una bicicleta. Más económico y ecológico que una moto. Tampoco estará de más insistir e incluso dar la lata sobre las consecuencias del uso de motos.
Pero, bueno, no vamos a negar la maravilla que es Koh Tao, aun asi. Para los fans del buceo, recomendar sobre todo Chumphon Pinacle y para los del snorkeling practicamente toda la costa, aunque las zonas conocidas como Jardin Japonés y la Isla de los Tiburones son alucinantes.
Con la excepción de, a lo mejor, Utila (Honduras) o Cozumel (México) no creo que haya lugar donde resulte más económico sacarse el PADI y todos los demás carnets de submarinismo.
Eso sí, también se echa en falta un poco más de cuidados en el delicado coral costero y su entorno. La presión sobre el mismo resulta evidente y tiene sus consecuencias.
¡Ah! No se te olvide: la gasolina es para los débiles (el australiano en quad al que se lo dije puso una cara un poco rara)

Una ruta a pie por Koh Tao:
Cuando ya te hayas cansado de vivir bajo el agua puedes animarte a patear un poco por la isla.
En total nos llevará unas cinco horas. Es recomendable no salirse del camino puesto que hay precipicios y algunas serpientes venenosas, aunque no mortales, ni de lejos.
Se sale de Mae Hat y se sigue direccion sur hacia Jamson Bay, desde donde, atravesando los caminos que comunican entre si diferentes resorts turisticos, podremos ver diferentes bahias hasta llegar a la pequeña población de Chalok.
Hay que tener en cuenta que los caminos son muy empinados y es conveniente llevar buena provisión de agua y buen calzado. Nos cruzaremos con búfalos de agua pastando y aves de muchos tipos.
Tras la bahía de Aow Leuk se llega al punto final del recorrido, en Tanote, desde donde deberemos preguntar como llegar al Two Wiew Point, por un camino que pasa junto al depósito de agua de la isla, que, cruzando por un punto especialmente elevado y despejado, nos llevará de nuevo a Mae Hat.
En el trayecto podemos ver montones de ardillas, escuchar monos, aves de numerosas especies y mariposas. Sudaremos de lo lindo y demostraremos que los farang también caminan.


miércoles, 27 de agosto de 2014

Bangkok: Museos que dan repelús


Es poco lo que se pueda contar de Bangkok que sorprenda, desde sus aspectos más turisticos, como los alrededores del rio Chao Phraya, sus templos, el palacio real con su templo del Buda Esmeralda...
Se puede comprar de todo, se puede hacer negocios, se puede meditar, se puede aprender cocina, se puede pasear hasta caer desfallecido o, mucho peor, comprar personas, mediante la abundante oferta de prostitución de la ciudad.
Pero, si tiene uno ocasión, puede uno hacerse su propia ruta friki de los museos de Bangkok, no muy visitados, ni tampoco recomendables si eres de estómago delicado o no te gustan las pelis de miedo, ni menos aún el cine gore.


Para empezar, dentro de ko Ratanakosin, después de ver el Palacio Real, por ejemplo, podemos acercarnos al parque de Romaninat y visitar el Museo del Correccional (Abierto lu a vi, gratis) donde un amable policía que habla cuatro palabras de inglés te abrirá las antiguas celdas de la prision de la ciudad en las que podremos ver representadas toda suerte de torturas espeluznantes, donde se muestran diferentes artilugios para arrancar uñas y machacar dedos o cepos donde se exponía al condenado al escarnio público.
Impresiona comprobar que, aunque la práctica de las más atroces torturas se abolieron a principios del siglo XX, muchas de estas prácticas estaban vigentes y toleradas en los cercanísimos años 80.






Por si te ha sabido a poco se puede visitar el edificio donde se muestran artilugios igual de antipáticos que los del correccional, con el añadido de cosas tan peculiares como el esqueleto de un verdugo donado al museo, un tal Tío Tow, o fotos de decapitaciones, asi como una representación de las mismas en figuras de cera, espadas y hachas o métodos de fusilamiento acompañados de las armas originales.
También se muestra una camilla para aplicar la inyección letal, acompañada de un texto donde se ponderan las virtudes de este actual método de ejecución en Tailandia. Afortunadamente en los últimos diez años solo se han producido tres ejecuciones en el país.
Confío en que los lectores/as sean contrarios a la pena de muerte. Sino ya tardan en visitar este museo. Creo que cambiarán de opinión.

 Esqueleto del Tío Tow

Decapitando que es gerundio



Pero si ya pensabas que lo habias visto todo, no puedes perderte el Museo de Medicina Forense y el Museo de los Parásitos, que forman parte del complejo del hospital Siriraj (2ª planta. Abierto de lunes a sábado, entrada 50baths) en el barrio de Thonburi, junto con otros museos dedicados al arte médico.
Si en el Museo del Correccional nos muestran métodos de ejecución, en el de Medicina Forense nos muestran a los propios ejecutados disecados y metidos en urnas, cual museo de historia natural.




 Cuerpos disecados de personas ejecutadas (veáse la visita en familia de la primera foto)

También hay toda suerte de artilugios usados para asesinar (Cuchillos, cuerdas, balas y hasta un consolador) e imagenes reales de autopsias, asi como cuerpos diseccionados o partes de ellos. Lo mas chocante es ver a las familias tailandesas paseando por el museo con sus niños en brazos como si estuvieran en una especie de tétrico chiqui-park.
Especialmente  detallada y macabra era la zona destinada a malformaciones congénitas, que contrasta con la sala especialmente documentada del ingente y loable trabajo forense tras el tsunami de 2004.


 Vitrinas del Museo de Historia Forense

Junto al Museo de Historia Forense se preocupan más de los vivos y hay una sección en la que se nos advierte de los diferentes riesgos para nuestra salud: colesterol, hipertensión o tabaquismo, por poner ejemplos.
Te puedes tomar la tensión, comprobar tus latidos y aprender un poco en gráficos y viñetas bastante más amables que las anteriores salas de los horrores.

Y, tras comprobar tu estado de salud , se puede visitar el detallado Museo de los Parásitos (La entrada es conjunta) donde veremos toda suerte de enfermedades repulsivas y reproducciones gigantescas de los más temibles parásitos.
El museo, inicialmente concebido para aprender sobre seres tan indeseables, ha terminado convertido en una especie de feria de monstruos que complementa a la perfección el espacio forense. Aún así puede ser útil como advertencia de aquello de lo que se puede contagiar el turista imprudente.
En los prolijos expositores, de por sí los parásitos ya tienen un aspecto temible, sobre todo cuando ves su tamaño multiplicado por mil. Pero lo que puede revolverte las tripas son las muestras de todo tipo de quistes y tejidos infestados de parásitos conservados en formol. Sin duda la pieza "estrella" es el gigantesco escroto de un pobre hombre víctima de filariasis, aunque las fotos de otros infortunados pacientes no desmerecen el engendro.

Las filarias puede dejar tu escroto así


Una vez terminada la visita, por favor, no hay que olvidar comprar el detalle friki que te acompañe de vuelta. Bien puede valer una postal o sellar el "pasaporte" de visita a los museos. El sello del Museo Forense es un cráneo con un disparo y el de los Parásitos una cabeza de Thricoma.
Luego, si aún tienes hambre, puedes tomarte algo en la cafeteria. Los bollitos tipicos están muy bien y es muy económica.




Desplazarse: Para ir al Hospital Siriraj hay que coger el barco bus de Chao Praya Express y bajarse en Thonburi en la parada que tiene el nombre del hospital. Cerca hay varios sitios de comida con vistas al rio y un bullicioso mercado donde acuden los locales a comprar ropa sobre todo.