domingo, 8 de junio de 2014

2009 Sáhara en bicicleta (IV)

Séptima etapa: Playa Ntirift-Río Aguila (75kms)

 

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Ruinas de fortificaciones y de un pueblo de pastores a la entrada de Oued Eddahab

A un paso de Dakhla!
Hoy el viento ha sido terrible. Rachas laterales y frontales que traian arena que latigaba y quemaba la piel. Mis piernas estan rojas como un tomate y a ratos he pedaleado con manga larga y la cara totalmente envuelta como un tuareg.
El camino discurre serpenteando entre la costa y el interior asolado del desierto, con la única poblacion de Ntirift por medio.
Ntirift es una nueva colonia de pescadores viviendo en condiciones deplorables, sin una triste tienda, ni servicios sanitarios básicos, recogida de basuras o alcantarillado. Cerca del asentamiento de jaimas y chabolas la llamada Agencia para el Desarrollo de las Provincias del Sur de Marruecos ha construido un pueblo con su mezquita y su ayuntamiento, pero de momento permanece desierto y no lleva poco tiempo construido. Le ha dado tiempo a oxidarse a las puertas incluso. Permitidme que no entienda nada.
Por lo demás la entrada a la península donde esta Dakhla ha sido impresionante, con la extensión del arenal de Oued Eddahab y el abandonado pueblo frente al arenal, con sus restos de la presencia militar española y, de nuevo, la antigua carretera colonial, semicubierta por la arena, por la que he transitado un rato.
El viento terrible me zarandeaba como una vela. Los coches pitaban y me daban ánimos. No ha faltado incluso dos que me ofrecieran a montar mi bici y llevarme hasta Dakhla, pero mi meta es llegar en bici, sino no tiene gracia.
Finalmente paro en Río Aguila, frente a un plácido islote, rincón de surferos, que también hacen plounge, una variedad con una especie de cometa gigante que parece muy divertida. Bañito helador en el Atlántico y toneladas de aftersun a mi maltrecha piel.

Octava etapa: Río Águila-Dakhla (32kms)

 

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Llegada a Dakhla

Tras una noche en que los fiesteros del surf me dejaron dormir regular tirando a mal, emprendo de nuevo mi camino a Dakhla, a tan solo un paso.
Por fin el viento me da un poco de tregua e incluso sopla a favor, por lo que me planto enseguida en el nuevo control policial a la entrada de Dakhla.
De camino, cultivos e invernaderos dan imagen de una zona en un cierto desarrollo, al margen del timido auge del turismo. Algunos campesinos que me saludan con curiosidad y una febril actividad en torno al desvio a la importante zona portuaria y pesquera.
La primera impresion chocante nada mas entrar a la ciudad, el aeropuerto pegado a las casas literalmente y un Atlantico precioso, con todos los matices del verde y el azul, agitado por una brisa que sopla desde la cercana Mauritania, nuevo puerto de cayucos.
Pero bueno, el caso es que ya estoy aqui!

Dakhla, lugar para relajarse


 

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Hora de la siesta en la Pza Ghurb

Dakhla, la antigua Villa Cisneros de los españoles, reposa tranquila a orillas del Atlàntico, agitada generalmente por un viento que refresca un poco el implacable sol.
Es esta una ciudad de toque indolente donde se combina una desconchada herencia española en edificios como las antiguas instalaciones militares, con cierto toque de castillo medieval fuera de lugar, la iglesia (Ahora cerrada) justo frente al lujoso hotel Sahara Regency o rincones como el Cafe Valencia o el Hotel las Dunas.
Tampoco falta el toque musulman, con especial encanto en la transitada Plaza El Ghurb, con su mezquita un tanto desconchada, pero, paradojicamente mas frecuentada para la oracion diaria que la flamante nueva mezquita del Paseo Maritimo.
Y es una ciudad con mar, un Atlantico que muestra el camino a Mauritania, casi enfrente mismo de la ciudad, bordeado por el reciente paseo maritimo y sobre todo de innumerables factorias dedicadas a procesar el pescado proveniente de los ricos caladeros saharauis. Factorias que muchas veces tienen nombre extranjero.
Tomo te con Ahmed, economista, que me cuenta en perfecto castellano como esta es una zona de mucho flujo economico, pero sobre todo migratorio, lo que tambien estimula al primero.
Es cierto. Por la calle abundan los mauritanos, que se entienden en Hassania, su idioma comun, con los saharauis. Es curioso, y no se a qué se debera, pero la mayor parte de la gente mauritana regenta fruterias o vende especias.
Hay tambien senegaleses, gambianos e incluso conozco a Fatah, que me vende espuma de afeitar con la que remedio mi barba de diez dias, que es de Mali. Bromea diciendo que ha llegado desde Tombuctu en un camello.
Como de costumbre en estas latitudes, la ciudad duerme una larga siesta y resucita al atardecer, con terrazas abarrotadas, zocos y un cierto aire de jolgorio general.

Un paseo por la península de Dakhla (39kms)

 

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Como llegue un dia antes de lo previsto, que menos que dedicar un ratito a conocer los alrededores de la ciudad de Dakhla y la península donde está ubicada.
Asi pues, ni corto ni perezoso volvi a montar las alforjas en mi bici y empece con la intencion de dirigirme, tras visitar la zona industrial, al antiguo faro español.
Comence saliendo de la ciudad por el humilde barrio de Al Irfane al deprimente suburbio de Essalam, en el camino del Puerto Pesquero de Ilot.
Hay planes para reformar Essalam, pero Mubarak, habitante del barrio que habla español bastante correcto tras trabajar varios años a las ordenes de un capitan gallego tocayo mio, no lo ve muy claro.
Me cuenta de su paso por todos los puertos de la costa marroqui, saharaui e incluso mauritana. Tambien de la importancia de las instalaciones pesqueras de la zona y de lo complicado de llegar al faro.
De todo ello soy testigo a posteriori. Ciertamente las instalaciones portuarias son inmensas y las fabricas tambien. Un verdadero laberinto de naves, por cierto bastante sucio. Constante trajin de todo tipo de vehiculos: Desde carros con su burro a trailers de alto tonelaje.
Los intentos de acceder al viejo faro se convierten en un verdadero problema. La arena me atrapa las ruedas y finalmente me quedo a un par de kms. Lo que podria ser un agradable paseo se ha convertido tambien en un basural hediondo.
Pero al menos no me pierdo unas hermosas vistas del Atlantico en todo su esplendor y brillo y pienso en aquellos que, a solo unos kms de aquí, abordan el sueño europeo en cayuco.

Tirón de orejas a la ONU

 


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Como ya he comentado, en toda la zona del Sáhara funciona la MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental). MINURSO está encargada de la limpia celebración de un referéndum, que lleva posponiéndose desde 1975, en que el pueblo saharaui pueda decidir sobre su autodeterminación.
Aparte de que su eficacia con el tema de momento es casi nula, me he llevado una impresion un tanto desfavorable de esta delegación.
No digo que vivan en una jaima o un arrabal de chabolas, pero hasta el momento la práctica totalidad de los coches oficiales de la ONU, fácilmente reconocibles por sus siglas UN y su color blanco, que he visto estacionados ha sido en la puerta de los hoteles mas exclusivos del Sahara, como el Al Massira de Laayoune o los de la foto superior, en el Sahara Regency de Dakhla.
Sin más comentarios.

El vieno Laayoune y el oasis de siempre

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Viviendas tradicionales en Hatarrambla

Tras un nuevo viaje en los buses saltarines por las parcheadas carreteras saharauis, nueva visita a Laayoune, esta vez con mas tiempo para recorrerlo.
Históricamente, Laayoune se construyó a orillas de Saguia Al Hamra, literalmente el río/torrente rojo, por el color de la arcilla de la zona. Es en torno a esa acumulación de agua, convertida ahora en pequeña represa que almacena agua usada para riego mayormente, donde se puede ver lo que fue la ciudad colonial española y disfrutar de rincones con bastante más encanto que la funcional ciudad actual.
Básicamente la ciudad estaba claramente dividida en la zona donde vivían los españoles, casi todo militares, que aún conserva rinconcillos curiosos, como viejos cafetines, tiendas y los bares donde se servía alcohol, hoy cerrados. También conserva algunas de las placas de las calles, verdaderas reliquias descoloridas, en castellano.
Cómo no, la colonia tenia una parte administrativa y militarizada, que básicamente ha sido reciclada por las autoridades marroquíes, incluyendo la iglesia, ahora en obras, que supongo permanece cerrada, sobre todo si tenemos en cuenta la ínfima comunidad cristiana potencial usuaria.
Y queda el arrabal musulmán, llamado en aquel entonces Zemla. Un abigarrado conjunto de casitas, que los saharauis han ido adaptando a su manera, con plantas, azulejos y pequeñas reformas. El aspecto es un tanto rural, con mucho encanto, calles en cuesta que bajan hacia la Saguia y algunas casas muy peculiares, de construcción abovedada y unidas entre sí, con un corral interior.
De allí, una corta pedaleada me lleva al oasis de Fadachel que, con la rápida expansión de la ciudad, cada vez se encuentra más cerca de las casas y, sobre todo, los polígonos industriales.
Un rincón con agua, flamencos y garzas, palmeras e ingeniosos métodos para frenar la arena, ir repoblando y tener cultivos ocasionales. Una extensión de dunas se extiende hasta el mar. El paisaje tiene algo de desierto clásico, de película, con viento agitando las crestas de las dunas, que cambian de colores caprichosamente. La luna llena dio toda la noche una claridad estupenda y me acompañó no solo a mi, sino a varios saharauis que, tradicionalmente, vienen a dormir al Badia, según me explicaron, especialmente en noches de luna.

Algo para leer

 

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Dunas en el erg cerca de Fadachel
Durante este viaje me ha acompañado un libro que creo merece la pena leer.
El Imperio Desierto de Ramon Mayrata. Trata sobre la descolonización del Sáhara Occidental por los españoles, un triste episodio (Sobre todo para los saharauis) escrito en plan novela, pero con todo el rigor de la historia de una persona que vivio todo aquello en directo y que es muy util tambien para conocer algo de la forma de entender la vida de los saharauis.
Por supuesto me han acompañado otras lecturas, pero creo que esta es necesaria, precisiones al margen de su calidad literaria, mas que aceptable.
Es curioso comprobar que la novela tiene ya 17 añitos, pero se puede leer tanto si hubiera sido publicada en el 77 como el año pasado. La historia es de plena vigencia y nos puede enseñar algunas cositas, que siempre se agradece.
Está editada además dentro de una colección especializada en el tema, como es Sgarit, las voces del desierto. Imprescindible.

Algunos datos prácticos. Retornando...


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Ya toca despedirme de Laayoune, tomar carretera (Y menuda carretera) y plantarme en Marrakech, para definitivamente volver a Zaragoza.
Pero no quiero despedirme de este viaje sin un par de cosillas. La primera unos cuantos datos prácticos sobre alojamientos y transporte en el Sáhara.

Hoteles
No tienen por que ser los mejores pero si los que yo recomiendo por cosas como relación calidad-precio, limpieza o economía, sobre todo lo ultimo, tacañete que es uno.
LAAYOUNE:
Zimmour: Por algo más de seis euros habitacion individual. Limpio, cómodo y con una estupenda cafetería en la planta baja. Frente a complejo Las Dunas. La ducha esta incluida.
Dcheira: Junto al Zimmour, algo mas económico, pero también con personal muy amable y con su saloncito con la tele a volumen atronador.
Essaleh: A la entrada al zoco. Realmente muy barato, unos tres euros la noche, pero mejor acudir si no queda otra opción, como fue mi caso. Eso sí, muy corteses.
BOUJDOUR:
GOS: Sin duda una agradable sorpresa este hotelito en un viejo caserón de tiempos de la colonia. Cuarto con tele y mobiliario peculiar y recepcionista octogenario encantador. Buenas vistas al faro. 70 dirhams la individual.
LACRAA:
Gasolinera PNA: En este sitio se puede dormir, aunque yo no lo hice, pero no deja de ser una solución de emergencia puesto que esta a pie de carretera y en un punto donde los hoteles mas cercanos están a más de 100kms. 40 dirham. Un poco cuchitril.
DAKHLA:
Sahara: No confundir con el hiperlujoso Sahara Regency. En una plaza con mucho ambientillo y vistas al mar. 60 dirham individual limpia y tranquila. A un paso de los buses de Supratours.
Imlili: En la zona del zoco también. Algo más barato, pero limpio y con el ciber al lado. Paran los buses de CTM a 10ms.
DUCHAS: El agua es un bien precioso en el Sáhara. Dejar claro que ni se os ocurra beber del grifo. Ni los propios lugareños lo hacen. Es por ello que en los hoteles, salvo en los de gama alta y en aquellos que lo especifican, se suele cobrar la ducha aparte, que es más cara que un café o un refresco en terraza. Suele costar 10 dirham.
BUSES: Hay solo tres compañías y conviene reservar con tiempo o te puedes quedar "colgado" como ha sido mi caso. Un trayecto Laayoune Marrakech cuesta 300 Dh. 170 más si es desde Dakhla. Personalmente recomiendo Supratours. Tambien están CTM y Satas, esta última para valientes, con sus buses-cafetera.
COMER:Sería muy difícil seleccionar un sitio, pero hay algunos impresionantes por su calidad y variedad, como Casa Luis en Dakhla, si os quereis dejar un poco más de dinero de lo habitual (60Dh menú de pescado o marisco). Para una dieta vegetariana lo más recomendable es acudir a la tradicional Harira y otros tipos de sopas y las pizzerías. Ya sabéis que las frutas y verduras crudas pueden ser peligrosas, pero las hay asequibles en los mercados callejeros y se pueden desinfectar con unas gotas de yodo o lejía alimentaria.

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