miércoles, 29 de abril de 2015

Ficha técnica viaje Duero/Douro y costa Norte Portugal hasta Galicia en bicicleta

Ruta:

Valladolid hasta Oporto por la ribera del Duero y luego subida por la costa desde Oporto hasta Vigo.


Distancia total: 

1023 kms por carreteras secundarias y tramos de carril-bici y pistas forestales.

 

Material:

Bicicleta Orbea Aran con parrilla

Cubiertas: Schwalbe Marathon Plus (anti-pinchazos)

Alforjas traseras: Ortlieb Classic

Bolsa delantera: Bike Bag

Tienda de campaña, saco de dormir, hornillo...

Herramientas, bici y repuestos conseguidos en Recicleta

Alojamientos top 3:

- O Meu Amor (Viana do Castelo)

- World Music Hostel (Oporto)

- Hostal la Reina (Zamora)

Muy recomendables por lo económico los campings portugueses, aunque escasean, por desgracia.

Por supuesto recomiendo la acampada por libre.


Transporte público: 

- Renfe hasta Valladolid. Si la bici va bien desmontada y empaquetada puede llevarse en el tren. Normativa de bicis aquí

- Vigo-Zaragoza con Vibasa, una de las compañías más lamentables en que he viajado por la península. Cara, lenta y un trato deplorable.

 

viernes, 24 de abril de 2015

Cicloturismo, costa Norte de Portugal hasta Galicia. Oia-Vigo 51kms.

Desperté ya en Galicia con un poco de humedad en los huesos pero con un paisaje increíble mirando al Atlántico y junto a un cómodo carril bici que me llevó hasta el desayuno en Mougás.
Con la llegada de septimebre la turística Galicia se va vaciando y eso hizo que llevara un trayecto realmente tranquilo, aún a pesar de algún fanático de la velocidad que tomaba la carretera de la costa como su circuito de carreras particular.



El recorrido por esta zona de la costa gallega no puede ser más grato.
No hay grandes poblaciones hasta llegar a Baiona, lo que permite disfrutar de zonas de arbolado, algunas praderas con caballos y vacas, campos de cultivo y casitas aisladas. Todo ello con el Atlántico de fondo.
Para hacerlo aún mejor salió un día estupendo y pude aprovecharlo a tope.
Un aprovechamiento que incluyó un vermú con tapas en la genial Baiona. Unas tapas elaboradas y gratis con el vino, albariño y riberiro, por supuesto.


Pero no todo había de ser gusto al cuerpo y deporte y aproveché para detenerme en el memorial de a volta dos nove (la curva de los nueve). Recuerdo de una de las muchas matanzas cometidas durante la guerra civil en la que nueve vecinos de la zona fueron asesinados por las tropas fascistas. Desde ese día y hasta bien acabada la dictadura, van a aparecer en esa misma curva, dibujadas en el suelo, nueve cruces en recuerdo de los nueve hombres.Ahora queda una placa y un documental que se estrenó en octubre de 2014.

Paradas varias, que incluyeron playitas de lo más relajante, llegué a Coruxo, concello de Vigo, donde me acogieron Reyes y familia. Muchas gracias por el couchsurfing improvisado.
Tras ello visita imprescindible a las Islas Cíes y recorrido tarde-noche por Vigo, una ciudad sin demasiado atractivo turístico en sí (Cómo olvidarse de las escenas urbanas e industriales de Los lunes al sol) pero que me sirvió para escribir un pequeño artículo que colgué por estos lares, tras cruzarme con dos monstruos del mar en forma de crucero.
Vigo tiene mucha vida cultural y una escena musical que produjo grupos tan míticos como Siniestro total, pero que sigue muy viva en unas noches que incluyen mucha música en directo y un ambiente que incluye garitos de tapeo de lo más nutritivo e interesante.
Y eso fue todo. Solo quedaba la vuelta en la repelente, lenta y cara Vibasa, que cobra la friolera de 20 euros por transportar tu bici. Todo ello tras unos disfrutados 1023kms.
Cortas e imprescindibles vacaciones. Ganan mucho si son en bici.

La ruta del día aproximadamente

  


sábado, 18 de abril de 2015

Cicloturismo, costa Norte de Portugal hasta Galicia. Viana do Castelo-Oia 67kms

Las ciudades pequeñas, como Viana do Castelo, a menudo albergan más rincones, más interés que las ciudades de mayor tamaño, repletas de grandes monumentos y turistizadas por zonas.
Es el caso de Viana, ciudad de algo más de 46.000 habitantes, con un casco histórico que se puede recorrer cómodamente en una mañana y un puerto donde tomar algo, comer, o simplemente ver a los pescadores, en una población que antaño vivía exclusivamente del mar.
Todas las fotos que ilustran la entrada son de Viana, de hecho, auqnue creo que no reflejan el ambiente de la ciudad, pese a los retoques de mi maestra fotera Paloma.

Empecé la jornada con un desayuno en O meu amor, mi hospedaje del día que rinde tributo a una canción de la mítica cantante de fados Amália Rodrigues.
Más tarde un paseo con buen tiempo. El casco histórico de la ciudad vivió su época de gloria entre los siglos XV al XVII, de cuando datan algunos de sus impresionantes palacios y casas que se sustentaban sobre la riqueza de las colonias y el comercio marítimo en general.
Según parece a esa prosperidad no fue ajeno el tráfico de esclavos, la parte oscura de unas increíbles odiseas por mar de la que quedan muestras especialmente en la catedral.



Detalles de la Sé de Viana do Castelo y la iglesia de Sao Domingos

Viana está en la desembocadura del río Limia, en una zona llana y de clima suave, por lo que las playas son de lo más tranquilo. Terminé la mañana con un bañito en la llamada Praia Norte, que coincidió con marea alta, pues con la baja el agua se aleja considerablemente.
Desde allí el pedaleo fue tranquilo, pegado a la costa y con buen tiempo. Hay zonas en que se puede discurrir por el Camino de Santiago, que está en mejor estado que en otras zonas, entre los pinos costeros.





Rincones de Viana do Castelo

La costa que conduce hacia Galicia se encuentra pronto con la desembocadura del Miño tras pasar por la playera Vila Praia de Ancora, con su playa de movido oleaje.
El Miño termina en un estuario de barcos pesqueros y puerto tranquilo.Frente a ello una costa brumosa y un océano tan agitado que es casi imposible bañarse.
Una parada en la zona es imprescindible, frente a la localidad pontevedresa de A Guarda, en lo que fue zona de contrabando, como atestiguan los múltiples cuarteles y casamatas. Todo esto antes de empezar a remontar el río por un paisaje húmedo, con tilos, olmos y aire limpio.
En Vila Nova de Ceveira no está de más parar en el bar en que se ha transformado el antiguo ferry. Un lugar donde tomar algo con calma antes de cruzar el Miño y llegar a Galicia por el puente nuevo. Un paso tranquilo, mejor que el utilizado por el tráfico a motor de Valença do Miño.
Y una vez en Galicia la entrada no pudo ser más amigable. Un saludo a San, del club motero Mentes Libres, que me indicó como coger el carril bici costero, me pagó una cerveza y me brindó una agradable conversación en Goián, primera población galega y reposo cicloturista.
Más tarde paso por A Guarda, donde se inicia el carril bici costero, prácticamente nuevo y muy bien cuidado, que transita sobre los acantilados, con vistas constantes al Atlántico.
Se me echó la noche, así que tocó acampar por libre, en una zona muy húmeda, aunque el despertar y el sonido de las olas mereció la pena.

La ruta del día aproximadamente




jueves, 16 de abril de 2015

Cicloturismo. Costa Norte de Portugal hasta Galicia. Oporto-Viana do Castelo 95kms

La costa llana y el viento ligeramente a favor me acompañó en este fin de viaje que me llevaría hasta el Miño y luego a Vigo.
Tras hacer la ruta del Duero/Douro, visto que las comunicaciones ferroviarias entre Oporto y España son inexistentes y que costaba más el billete para mi bici que para mí opté por remontar la costa, que me iba a deparar una ruta muy agradable.

Escultura en la playa de Matosinhos


La salida de Oporto a traves de Matosinhos es una sucesión de polígonos industriales horribles y tráfico intenso, aunque los primeros kms se hacen por un carril-bici que pasa junto a varias fortalezas históricas y playas de fuerte oleaje que lo hacen un poco más agradable. Muchos surferos, cómo no. Personalmente creo que surfear debe ser divertido, pero ¿Será para tanto? Más que nada porque últimamente playa que veo con ola de más de un metro, ola que lleva un tío con una tabla encima.


Pese a que el viento sopla racheado y puede ser molesto las pequeñas carreteras de la costa son la mejor alternativa para moverse y esquivar el tráfico enloquecido que se mueve en torno al aeropuerto y recalar en la tranquila Vila do Conde, o, mejor aún, aprovechar para almorzar en la Reserva Ornitológica do Mindelo o, más arriba, en el Parque Natural do Litoral Norte.
Frente a estos rincones con encanto está la mole turística de Póvoa de Varzim, donde está permitido el juego, por lo que es un litoral al más puro estilo destrozo mediterráneo, con un montón de casinos y edificios de apartamentos sin gracia ninguna.
En su descargo hay que decir que en las cercanías hay varias zonas rurales muy tranquilas y es una buena alternativa meterse unos kms hacia el interior para esquivar la zona más edificada.

Vila do Conde

De camino uno va encontrando varios palacios y casonas señoriales, como la que hay sobre estas líneas y queda la posibilidad de ir cogiendo tramos del camino de Santiago, que serpentea a lo largo de la costa, aunque con frecuencia termina convertido en una insufrible pista de tierra donde las ruedas se clavan a conciencia. Compensa un poco el paisaje y, sobre todo, el silencio, en comparación con la cercana carretera.

La vegetación es más bien escasa, salvo en las zonas protegidas ambientalmente, así que toca padecer sol y calor, pero la llegada a la plácida e histórica Viana do Castelo compensa de sobra.
El estuario del río Lima, con su zona pesquera, excepción hecha de la entrada a través de un puente en el que los coches pasan peligrosamente cerca, es especialmente atractivo para encontrárselo al atardecer, como fue mi caso.
El sol se puso sobre el Atlántico y yo encontré cama en el hospedaje o meu amor, a un paso de la catedral y de la oficina de turismo y por un precio razonable, desayuno incluído. 
Obrigado a Luis, que me indicó como llegar y me sirvió de improvisado guía con buenas indicaciones para recorrer al día siguiente esta pequeña y encantadora ciudad.




martes, 14 de abril de 2015

Oporto, no solo vino y postales

Oporto es una ciudad que parece hecha para fotografiarse en blanco y negro, o para tener un montón de bonitas postales, algo que comparte con Lisboa.
Oporto es una ciudad paradójica. Siendo profundamente portuguesa tiene un algo y a ratos un mucho de inglesa.
Los británicos dejaron mucho poso en esta ciudad, que también se perfiló a base de invasiones, por mar casi todas,  de pesca y de una ingente actividad comercial, en eterna competencia con los puertos gallegos y con la ya citada Lisboa.
Al mismo tiempo, Oporto es una ciudad de encrucijada religiosa, en la que se juntan los caminos que llevan o traen a Santiago y Fátima. Hay múltiples iglesias para todos los gustos, la mayoría del recargado estilo que se encuentra en todo Portugal, con azulejos pintados a mano y decoración historiada.
De todo esto y del toque de melancolía portuguesa más un poco de modernidad sale una ciudad muy estimulante que merece una visita de varios días.


La ciudad tiene sus peros, como todas. Para empezar una pobreza y exclusión social evidente, que pilla lejos del centro más turístico, pero que es muestra de la intensa crisis por la que pasa Portugal y que lleva a que buena parte de su población viva con escasos 600 euros de salario, la mitad cuando se trata de subsidios. Todo ello con la bendición de la Unión Europea, cuyos turistas más pudientes están encantados de ponerse hasta las trancas de cerveza y vino barato en las bodegas del pariente pobre.
Otro pero, para quien visite la ciudad en bicicleta como fue mi caso, es que solo existe carril bici en la zona costera y unos pocos tramos en el interior de la ciudad, que tiene un tráfico bastante caótico y abundantes cuestas que desaniman al más pintado. Eso sí, no es obstáculo para que existan sus ciclistas irreductibles e incluso bicicletadas estables y su masa crítica.

Como digo en el encabezamiento, Oporto es una ciudad sobradamente recorrida y que generalmente identificamos con el vino, que, por esas cosas de la distribución geográfica, está en realidad localizado en su mayoría en las bodegas de Vila Nova de Gaia, en la orilla opuesta del río, hacia el que miran los dos municipios.

Bodega Burmester, Vila Nova de Gaia

Una visita a las bodegas puede merecer la pena, sobre todo si se hace en temporada más o menos baja, porque, de lo contrario, el aluvión de turistas puede ser impresionante.
Aún siendo en septiembre, no la temporada más alta, fue difícil encontrar una bodega que visitar tranquilo, y no era cosa de ponerse a pimplar oporto de buena mañana.
La visita es sencilla y sirve para probar al menos dos copillas. Si luego le apetece a uno seguir con la cata por su cuenta lo que sobran son tiendas, sobre todo en las zonas anexas a la Praça da Ribeira.

Pero, sobre todo, para mí imprescindible, es tomarse un tiempo para callejear y para dejarse llevar por la cierta indolencia de  una ciudad en la que llueve más de lo que el turismo quisiera, pero que goza de un clima atlántico suave.
Es una ciudad en la que desayunar tranquilo, ir a comprar pescado, ver la vida y hacer un poco el romántico tonto si se viene en pareja. Todo ello, por supuesto, con algo de la abundante oferta de música callejera y con los graznidos de las gaviotas.

Pero aún hay más.
En Oporto hay abundantes museos y atracciones turísticas. Para saber de ellas lo que sobran son guías y mapas.
Ahora bien, considero imprescindible, seas amante de la fotografía o no, visitar el Centro Portugués de Fotografía  (CPF) en pleno cogollo turístico y a un paso de la archiconocida Torre de los Clérigos.
El CPF alberga hasta seis muestras de fotografía al mismo tiempo. Exposiciones para todos los gustos desde la vanguardia, la fotografía social al fotoperiodismo. Tiene también una completa colección de cámaras de todas las épocas y un fondo bibliográfico y fotográfico para estudiosos del tema.
Y el edificio en sí también es curioso, puesto que es una antigua cárcel restaurada, de la que se conservan rejas y cancelas. En ella estuvo preso el escritor Camilo Castelo Branco por adulterio y no fue el único.
En la misma plaza una estatua del escritor recuerda su obra Amor de Perdición.
Parece ser que la literatura portuguesa está sembrada de autores con existencia trágica, como el propio Castelo o el alcoholizado, aunque genial, Pessoa.

Pero también he nombrado el Oporto moderno y lo cierto es que ahí está.
Hay un Oporto de diseño avanzado, de grafitti de calidad, de intervenciones artísticas y de pijerío con ínfulas, como no.
También hay una intensa escena musical y sobra actividad, especialmente los fines de semana.
Hay que destacar que el Ayuntamiento ha puesto de su parte y hay varios centros culturales públicos como la antigua aduana o un par de mercados rehabilitados, donde se muestra, como en el caso del situado en el Jardín del Infante dom  Henrique, toda la riqueza multicultural de Oporto.
Personalmente me multiculturalicé con unas cervecillas y una interesante sesión de música andina y electrónica.
Respecto a alojarse, comer y dormir seguro que no será un problema para el viajero, puesto que en Oporto hay para todos los bolsillos: desde el hotelazo de cinco estrellas al camping.
Personalmente elegí el World Music Hostel. A un paso de todo, bien comunicado y se pueden guardar las bicicletas en el mismo establecimiento.
Sobre la opción para comer sería difícil decir solo una, así que lo mejor es intentarlo, a ser posible en algún lugar donde se lea Taberna de...

 Por supuesto se quedan cosas en el tintero, o más bien en el teclado, pero como contar es deformar, mejor animarse a verlo en persona. Ya empieza la primavera y algo más que excelentes vinos esperan.






domingo, 12 de abril de 2015

Douro en cicloturismo. 10ª etapa Termas Sao Vicente-Desembocadura/Porto 61kms

El día en que concluí mi ruta por el Duero/Douro, aunque aún me quedaba trecho de remontar la costa Atlántica hasta Galicia, iba a empezar con otra nueva llovida, pero terminaría de lujo.

Día de chubasquero y de ruta corta, en que la densidad de población fue aumentando y a los lados de la carretera fueron apareciendo instalaciones industriales, sobre todo al dejar a un lado Gondomar, ciudad satélite de Oporto.


Es de agradecer que unos kms antes de llegar a Oporto la congestionada carretera 108 se convierta para los ciclistas en un apacible carril-bici que discurre paralelo al Douro y que entra a la ciudad a través de las zonas portuarias y algún museo no muy frecuentado, como el de la Imprenta.




Y, por fin, tras 762kms de ruta con tiempo cambiante, aunque con demasiada lluvia y en 10 etapas relativamente cómodas ¡Desembocó el Duero/Douro!
La verdad es que me costó rato decidir que había llegado a la desembocadura propiamente dicha, en el estuario de Oporto, donde se funde con un Atlántico bravío y que ese día estaba especialmente movido.
Acogida simpática por un grupo de pescadores, fotos de rigor y alegría, aunque aún había algo más de ruta que hacer.

Luego tocaba recorrer Oporto, pero ese episodio es para mañana...

La ruta del día, aproximadamente



Mirando al Atlántico...





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sábado, 11 de abril de 2015

Douro en Ciucloturismo. 9ª etapa Sta Marinha de Zezere-Termas Sao Vicente 69kms

De santa en santo, me salió todo un santoral de recorrido en el Douro portugués.
El tráfico se intensificó seriamente en partes de esta etapa. Se fue notando la cercanía a Oporto y un fin de semana que la gente aprovechaba para invadir la zona vinatera y unirse a las diferentes ferias, o incluso a las carreras populares, como la que me crucé en Ancede y que dejó la carretera cortada una hora.
Al final de la misma fui haciendo de coche escoba, con sumo cuidado en unas rampas que descendían con hasta un 9% de pendiente.
Por la carretera un buen legado arquitectónico, del que destacar la finca donde pasó largas temporadas Eça de Queiroz, un autor sobradamente conocido en Portugal, en el pueblecito de Tormes.
Tiene una casa-museo visitable y un prohibitivo restaurante con vistas al valle del Douro.



Fundaçao Eça de Queiroz

Opté por ir serpenteando por las carreteras menos transitadas para evitar el tráfico. El río se fue ensanchando y, acercándose a su desembocadura, genera playas de arena fina, a orillas de las cuales se han instalado villas de recreo y algún que otro resort hortera.

A partir de este momento la jornada se volvió desagradable pues empezó a llover intensamente y comprobé que la imbecilidad es patrimonio de cualquier lugar cuando un tipo me echó de su porche donde me había refugiado, lo que contribuyó a que me calara aún más.
Atravesé el Douro por Entre os ríos, un ancho puente y puerto donde desemboca el Támega en el  caudaloso Douro y conseguí llegar, aguas arriba, a Sao Vicente, villa termal.
Por suerte encontré un alojamiento, un poco rancio, la Pensao Regional, atendido por la misma familia desde hace más de un siglo, con sopa caliente y cama. Menos mal que me calenté con un oporto adicional y pude estirar mis empapadas ropas.
San Ortlieb en forma de alforjas permitió que el resto de las cosas siguieran secas.

La ruta del día, aproximadamente


 Mis acompañantes durante un trecho



 Peculiar baño en Entre-os-Ríos



miércoles, 8 de abril de 2015

Duero en cicloturismo. 8ª etapa Sao Joao de Pesqueira-Sta Marinha de Zezere 81kms

Como quien no quiere la cosa, este día me salió un verdadero etapón, dando unos cuantos rodeos para aprovechar el trayecto y el paisaje, aunque el trayecto hay que reconocer que mereció la pena.
De nuevo carretera rompepiernas y primer contacto con el vino de Oporto, como deja constancia la foto de aquí debajo:



El día estuvo precioso, en todo momento subiendo y bajando al río y con la compañía del tren.
Por el río no paraban de circular cruceros turísticos, que han reemplazado a las tradicionales barquitas de vela que se movían con barriles de Oporto. Los hay mejores y peores, para todos los bolsillos.
Todo el mundo suele parar a ver las esclusas de Pinhao, donde los barcos remontan de golpe unos cuantos metros.
Justo llegué a Peso da Regua, popularmente conocida como Regua a secas, donde coincidí con la Feria del Vinho de Porto, lo que celebré con gran alegría.
Lo cierto es que Regua, la localidad más poblada de la provincia, no tiene gran cosa que ver, salvo un buen puñado de restaurantes y bares. Aún así, para quien se anime al tren o la bici es un excelente punto de partida para excursionar.

 Haciendo amigos en la Feria del Vinho de Porto


Vendimia a orillas del Douro


Tras el merecido descanso enológico no faltaron de nuevo las bodegas, las fincas donde se vendimiaba y un anochecer que me pilló en la carretera casi sin darme cuenta.

Encuentro peculiar al llegar a Sta Marinha, con un albañil que trabajaba en Zaragoza, mi ciudad y que intentó encontrarme alojamiento sin éxito.

Comienzo de lluvia y al final dormitorio improvisado, ni más ni menos que un baño público para discapacitados que no se usaba, por fortuna.
Y noche surrealista con la visita de dos jóvenes porreros con algunas cervezas de más que buscaban refugio para sus actividades fumables.
Es lo que tiene el cicloturismo animado y barato, que te proporciona experiencias nuevas y estimulantes...

La ruta en Google Maps