jueves, 16 de abril de 2015

Cicloturismo. Costa Norte de Portugal hasta Galicia. Oporto-Viana do Castelo 95kms

La costa llana y el viento ligeramente a favor me acompañó en este fin de viaje que me llevaría hasta el Miño y luego a Vigo.
Tras hacer la ruta del Duero/Douro, visto que las comunicaciones ferroviarias entre Oporto y España son inexistentes y que costaba más el billete para mi bici que para mí opté por remontar la costa, que me iba a deparar una ruta muy agradable.

Escultura en la playa de Matosinhos


La salida de Oporto a traves de Matosinhos es una sucesión de polígonos industriales horribles y tráfico intenso, aunque los primeros kms se hacen por un carril-bici que pasa junto a varias fortalezas históricas y playas de fuerte oleaje que lo hacen un poco más agradable. Muchos surferos, cómo no. Personalmente creo que surfear debe ser divertido, pero ¿Será para tanto? Más que nada porque últimamente playa que veo con ola de más de un metro, ola que lleva un tío con una tabla encima.


Pese a que el viento sopla racheado y puede ser molesto las pequeñas carreteras de la costa son la mejor alternativa para moverse y esquivar el tráfico enloquecido que se mueve en torno al aeropuerto y recalar en la tranquila Vila do Conde, o, mejor aún, aprovechar para almorzar en la Reserva Ornitológica do Mindelo o, más arriba, en el Parque Natural do Litoral Norte.
Frente a estos rincones con encanto está la mole turística de Póvoa de Varzim, donde está permitido el juego, por lo que es un litoral al más puro estilo destrozo mediterráneo, con un montón de casinos y edificios de apartamentos sin gracia ninguna.
En su descargo hay que decir que en las cercanías hay varias zonas rurales muy tranquilas y es una buena alternativa meterse unos kms hacia el interior para esquivar la zona más edificada.

Vila do Conde

De camino uno va encontrando varios palacios y casonas señoriales, como la que hay sobre estas líneas y queda la posibilidad de ir cogiendo tramos del camino de Santiago, que serpentea a lo largo de la costa, aunque con frecuencia termina convertido en una insufrible pista de tierra donde las ruedas se clavan a conciencia. Compensa un poco el paisaje y, sobre todo, el silencio, en comparación con la cercana carretera.

La vegetación es más bien escasa, salvo en las zonas protegidas ambientalmente, así que toca padecer sol y calor, pero la llegada a la plácida e histórica Viana do Castelo compensa de sobra.
El estuario del río Lima, con su zona pesquera, excepción hecha de la entrada a través de un puente en el que los coches pasan peligrosamente cerca, es especialmente atractivo para encontrárselo al atardecer, como fue mi caso.
El sol se puso sobre el Atlántico y yo encontré cama en el hospedaje o meu amor, a un paso de la catedral y de la oficina de turismo y por un precio razonable, desayuno incluído. 
Obrigado a Luis, que me indicó como llegar y me sirvió de improvisado guía con buenas indicaciones para recorrer al día siguiente esta pequeña y encantadora ciudad.




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