jueves, 1 de octubre de 2015

Cicloturismo balcánico. 1ª etapa Aerop. Dubrovnik-Kotor 60 Kms

Comienzo aquí mi pequeño resumen, diario de viaje, locura pedaleante a la edad madura o cómo prefiera cada uno llamarlo.
En este caso aproveché el mes de septiembre para una ruta que llamaré de cicloturismo balcánico, que me llevó por Montenegro, Bosnia-Herzegovina y Croacia.
De la ruta en general, como ya iré comentando a lo largo de las crónicas, decir que fue un acierto en el sentido que la planteé. Empezando por los duros puertos de Montenegro, donde parece que todas las cuestas van hacia arriba y terminando por la relativamente llana costa dálmata, en Croacia.
Elegir septiembre fue también todo un acierto. Un clima suave en general, aunque con algún pico de calor y sin lluvias destacables. Ni los rigores del verano ni los del invierno.
Pero mejor empezar por el principio...
Un fiordo en el Mediterráneo. Confieso mi ignorancia, pero es lo que pensaba que iba a recorrer en la primera etapa de esta ruta que me llevó por los convulsos países de los Balcanes.
Pero luego me volvieron a encajar las piezas. Aclarar que la llamada Bahía de Kotor, en realidad, es el resultado del colosal hundimiento de las márgenes de un río que generó una profundísima ría dividida en dos bocas: Kotor y Risan
La llegada al aeropuerto de Dubrovnik, sita en la localidad de Cilipi, fue fácil, pese a acarrear un monstruito de 28kgs. Bici, alforjas, herramientas adecuadas, tienda, saco y esterilla. Nota al margen: visto la pasta que cuesta transportar una bici con Vueling la próxima vez le sacaré un pasaporte y la sentaré en un asiento. Billete: 110 euros. Bici: 75 euros adicionales.
Salida con calor desagradable y sorpresa agradable al tomar el camino de la costa y descubrir que los croatas han señalizado rutas ciclables fáciles de seguir y alternativas a la saturada carretera que conduce hasta el paso fronterizo a Montenegro.
Se pueden conseguir mapas gratuitos con rutas separadas desde simples paseos a exigentes rutas de BTT.





De la frontera un paseo a Herceg Novi, fundada por un señor, el duque Herceg, que da nombre a muchas cosas, entre ellas medio país, Bosnia-Herzegovina.
Un casco histórico no muy grande, pero con encanto y un calor que se asaban los pájaros. Mal asunto para los sube-baja de la costa.


Herceg-Novi

Eso sí, desde allí todo sería un verdadero placer ciclable. Entrada por el estrechamiento que conforma la boca de Kotor, que en su punto más cercano llega a tener poco más de 300ms de ancho, dirección a la bahía de Risan, declarada Patrimonio Unesco, de aguas cristalinas y rodeada de localidades a cuál más interesante.
Especialmente conocidas son Perast y la típica postal de Sveti Stefan, pero también una serie de pueblecitos donde es obligatorio parar, tomar un café y ver el monumento de turno o darse un baño en alguna de las pequeñas playas, no de arena sino de piedras, lo que favorece un agua especialmente transparente.





Opté por ahorrar unos cuantos kms y crucé el transbordador que conecta dos orillas de la bahía, muy utilizado por los habitantes de la zona. Era el primer día y no convenía abusar pues me esperaban etapas épicas en el montañoso Montenegro.



Llegar a Kotor fue otro de los placeres del día.
Patrimonio de la Humanidad, el casco histórico de Kotor es una sucesión de palacios medievales y renacentistas de las acomodadas familias de otro tiempo, encerrados en una muralla al abrigo del fondo de la bahía.










Jamones en el mercado de Kotor. El interior es como el ibérico.


La ciudad se puede recorrer más o menos rápidamente, pero yo me tomé toda la tarde y aproveché buena parte de la mañana del siguiente día, madrugando para evitar las hordas de cruceristas de las que se quejan algunos hosteleros de la ciudad.

El motivo: son visitas muy rápidas, que no pernoctan y tan apenas consumen más allá de algún souvenir y un apresurado café y como mucho comen.


Una especie de "boca de la suerte" en la puerta de acceso a la ciudad antigua.

Dentro de lo que sería cruzar Montenegro probablemente esta fue la etapa más relajada. Descanso abundante para abordar lo que sería el puerto más duro del viaje.



Vista general de la Bahía de Kotor, al día siguiente

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