lunes, 29 de febrero de 2016

Cicloturismo balcánico. Costa Dálmata. Split-Makarska 70kms

La salida de Split fue por un breve tramo de carril bici para ir a parar a una horrible carretera atestada de tráfico, antes de conseguir encontrar la carretera que discurre por la costa, mucho más recomendable para pedalear y con un tráfico más tranquilo.



Al salir de la ciudad me encontré rápidamente con uno de los males de todo el Mediterráneo: la presión urbanizadora del turismo. Las urbanizaciones crecen como setas, con la consecuencia añadida del consumo de agua y energía. También, no diferente a lo que sucede en la costa levantina o catalana, encuentra uno los esqueletos de los proyectos que fallaron y que ahí quedan como testigos mudos de su propia burbuja inmobiliaria.
A pocos kms de Split, aún así, uno ya va encontrando localidades con cierto encanto. Es el caso de Podstrana, con su puerto pesquero, situada en una bahía de aguas transparentes.
Más adelante Omis, preciosa ciudad situada en la desembocadura del río Cetina.


Antaño puerto de corsarios, Omis es ahora una localidad muy turística, aunque los largos kms de costa permiten disfrutar del centro histórico con relativa tranquilidad.
La ciudad es de estructura medieval, pero tiene detalles renacentistas que demuestran que ya hace unos siglos hubo quien valoró tan privilegiado emplazamiento.
Tomar algo en la zona histórica es especialmente agradable. Los bares cercanos a la iglesia principal ofrecen música, wi-fi y buena cerveza. Comer tampoco es mala opción. En la costa es más caro.
La historia de Omis merece capítulo aparte. Se utilizaba como base para asaltar navíos despistados y como puerto franco. El río era ideal, según parece, para escapar de los eventuales perseguidores.
Por otro lado tiene una huella religiosa plasmada en varias iglesias, alguna de ella especialmente notable.
Para grandes frikis de la lingüística este fue uno de los centros de estudio principales del glagolítico, un alfabeto eslavo antiquísimo.
A lo largo del camino aproveché el tiempo para zambullirme en el Adriático. Hay playas y calas para todos los gustos y en alguna puede uno disfrutar de una relativa soledad. Eso sí, tras descender por senderos de vértigo, con bici y todo.
Un buen sitio para recalar es Mimice. Tranquilo, con una playa de arena limpia y puerto pesquero.




La ruta terminó en Makarska. La ciudad ha sido engullida por los resorts playeros, pero está rodeada de manchas verdes de pinos donde se puede acampar por libre, con el sonido de fondo del mar y una tranquilidad absoluta con vistas a la cercana isla de Brac.
Aún así, tiene un pequeño casco histórico para dar un paseo y beber de su fuente, en teoría santificada.



El tiempo de casi finales de septiembre fue idílico, casi demasiado caluroso y la noche especialmente agradable, con la tienda plantada en el parque forestal de Osejava.





La ruta del día, aproximadamente

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