martes, 30 de enero de 2018

Descendiendo el río Huerva en cicloturismo tranquilo

Enlazando con mi anterior entrada, más un artículo de opinión que de cicloturismo, os propongo una ruta que desciende el río Huerva.
Esta ruta empieza en el tren de Teruel. En este blog es marca de la casa: nada de vehículo privado a motor.  Tanto desde Zaragoza como desde Valencia o Teruel es viable llegar con tren a Ferreruela de Huerva, a 16 kms de Fonfría, lugar aproximado de nacimiento del Huerva. Con mala suerte te tocará montar en el tamagotchi, un tren que debería llevar jubilado 20 años y que sigue en uso.
Un inconveniente: los trenes que nos dejan en Ferreruela llegan a última hora de la tarde, esto limita la distancia que podremos pedalear antes de que anochezca.


Uno de los llamados tamagochi que aún funcionan en Aragón

Desde Ferreruela una estrecha carretera, que se bifurca en Lagueruela, sube hasta Fonfría y es un ejercicio de ida y vuelta al punto de partida. Es una carretera de subida constante que remonta 400m de altura y se puede hacer por dos variantes de, aproximadamente, la misma distancia.





En Ferreruela el Huerva es poco más que una acequia de aguas limpias y de allí sale la carretera que nos conduce a Cucalón donde un puente medieval cruza el río. Idea de los muchos años que lleva habitada la zona son los puentes que encontraremos a lo largo del trayecto. En Villahermosa también hay uno y de allí se puede ir por pista de tierra, en buenas condiciones, o carretera a Badules. En cualquier caso el río irá a nuestro lado como una permanente línea de arbolado. En Badules nos encontramos con una surgiente de agua de excelente calidad junto a la iglesia. Este manantial no se encuentra afectado tan seriamente como otros acuíferos por la contaminación de nitratos y otras sustancias procedentes de la agricultura intensiva.


La fuente de Badules

En mi última ruta hice noche en Romanos, gracias a la hospitalidad de Ana. No hay muchos hospedajes, aunque tampoco es un gran problema acampar por libre y, caso de mal tiempo, hay varias ermitas por la zona.



La ruta en bici desde Badules a Villadoz transita por un camino agrícola desde el que se divisa a un lado la sierra de Cucalón y al otro la autovía que divisaremos a lo largo de varios tramos del camino. En Villadoz hay un estupendo horno de pan y repostería tradicional. Muy recomendable.


El río a su paso por Villadoz


De allí otro corto paseo nos lleva a Villareal de Huerva y Mainar, dos pueblos casi pegados que viven del cereal, como buena parte de la comarca. En Villareal se halla el conocido silo con el banderón de España que todo el mundo divisa desde la autovía A-23. Toda una paradoja, una autovía que transitan miles de vehículos diarios, que atraviesa un desierto poblacional. La autovía se vendió como una forma de vertebrar el territorio pero, en realidad, se limita a unir Zaragoza y Valencia con una paradita en Teruel. Entre tanto un rosario de pueblos diminutos y la histórica Daroca que se quedó a un lado.



El recorrido discurre obligatoriamente por la carretera N-330, ahora casi sin tráfico, que nos ofrece vistas sobre el río que tan pronto pierde como gana caudal.
Se llega a Cerveruela, pequeño pueblo rodeado casi en todo su perímetro por el río que proporciona un agradable entorno de sombra. Una parada en el albergue, que también es bar y restaurante, es imprescindible, pues es el único bar abierto todo el año en bastantes kms a la redonda.


Desde allí hasta Vistabella el río se encañona y proporciona un paisaje tranquilo y húmedo con algún remanso que permite incluso el baño y que es punto de excursiones. Ojo con el firme de la carretera, en mal estado y con algún bache importante.
Tras varios sube-bajas se llega a Vistabella, donde es frecuente encontrar el río completamente seco.
Opté por ser más o menos fiel al curso del río lo que solo recomiendo si se está muy animado a pedalear por una pista en mal estado y llena de cuestas. Desde Aladrén parte la pista que, llevándonos por el monasterio abandonado conocido como el Santo te deja en la parte alta de Tosos rodeando el pantano de las Torcas. Encontrarse con los restos de un monasterio románico en mitad de ninguna parte es, como poco, chocante. Es lo que se conoce popularmente como el Santo y que fue una próspera comunidad monástica probablemente hace unos siglos, que bebía de las aguas del Huerva.


Paraje del Santo en Tosos

La llegada a Tosos, tras el palizón de pistas y senderos, fue providencial. Un buen rato de descanso y hasta Villanueva de Huerva, con otro puente medieval sobre el río.
Desde allí es tan simple como dejarse caer, por otro largo tramo sin poblaciones, hasta Mezalocha, en un cerro que domina el pantano, donde aproveché para hacer noche. Eso sí, se puede seguir perfectamente hasta Zaragoza del tirón pues es todo cuesta abajo.



El último tramo del Huerva también es el más poblado y es recorrido por muchos ciclistas, sobre todo de BTT.
Hasta Muel es una bajada de 7km desde Mezalocha que nos deja en el paraje del Parque Municipal, un espacio que se halla junto a la conocida ermita Ntra Sra de la Fuente que conserva pinturas de Goya.
Tras la parada obligada en el parque de Muel es mejor tomar tramos de caminos agrícolas paralelos a la N-330, pues en esta zona tiene tramos que pueden ser peligrosos. En María de Huerva ya tomamos el camino que discurre por la margen derecha del río y que no abandonaremos hasta Zaragoza capital. Por él probablemente nos cruzaremos con más ciclistas y nos ofrece vistas desde lo alto de una zona muy urbanizada. No olvidemos que Cuarte de Huerva es el segundo municipio español en multiplicar su población en los últimos años.


Castillo de Cadrete


Una curiosidad: se pueden avistar cabras montesas en las cercanías de Cadrete. No te falla la vista si ves alguna, se han extendido por todo el valle del Huerva moviéndose por las sierras cercanas.
Y todo el recorrido también es un paisaje industrial de los cercanos polígonos y territorio de unifamiliares.
Llegar a Cuarte es fácil. Un poco más lioso es encontrar la senda del Huerva que nos lleva a Zaragoza tras atravesar una fea zona de talleres y escombreras hasta la Fuente de la Junquera.




Desde allí es un paseo ya cruzar la ciudad por el carril bici hasta el entorno del Parque Bruil y la desembocadura. Todo ello señalado y totalmente plano.






Desembocadura del Huerva

lunes, 8 de enero de 2018

Huerva, un río maltratado

El o la Huerva/Uerba. Un río con varios nombres y dos géneros que recorre parte del Aragón más despoblado y desemboca en Zaragoza capital. Un afluente del Ebro que permite conocer mucho de la realidad aragonesa concentrada en 128km de recorrido desde la sierra de Cucalón.
Un río pequeño, que aporta al Ebro 67hm3 anuales, pero que es conocido por discurrir por un largo tramo urbano por Zaragoza capital. Un afluente que nos habla de despoblación, de usos del agua y, por desgracia, de contaminación de las aguas.
De hecho entre las noticias que más recientemente nos han hablado del Uerba es un informe de la Confederación Hidrográfica del Ebro en que se sitúa entre los tres con mayor contaminación en su tramo final. En dicho informe se denuncia que hay presencia de hidrocarburos y de diversos metales pesados que, además, han pasado a la fauna y en varias especies de peces se encuentran restos de plomo y cromo.
El problema no es nuevo. Río Huerva, más sucio vas que la mierda cantaba la Bullonera hace unos cuantos años en sus coplillas del bimilenario.


El río Huerva cerca de su desembocadura

Al Huerva se arrojaron durante años toneladas de residuos líquidos sin depurar, desde aguas negras a vertidos industriales. También se realizaron extracciones de gravas sin control, que producen erosión severa y pérdida de la capa vegetal, y proliferaron los vertederos ilegales.
La situación ha mejorado considerablemente, pero varios problemas en su cuenca se han quedado.
El detectado recientemente apunta a vertidos industriales sin control, pues se han encontrado metales asociados a labores de cromado y residuos de combustible parcialmente quemado como benzopireno. También hay contaminación orgánica de usos residenciales. En ambos casos es difícil establecer el punto de procedencia de los vertidos, aunque todo apunta al área industrial del entorno de Cuarte. Toda esa zona se ha poblado muy densamente en los últimos años, así que también es probable que se produzcan vertidos esporádicos sin depurar de algunas de las miles de nuevas viviendas.
Aguas arriba, otro problema no menor procede de la contaminación agrícola y afecta a los acuíferos que alimentan el cauce directamente. De hecho en la misma cuenca hay varias poblaciones que, puntualmente, no pueden consumir agua de boca por estar contaminada por nitritos y nitratos. Las captaciones irregulares de agua, la proliferación de granjas y la agricultura intensiva arrojan cantidades de sustancias que el Medio Ambiente es incapaz de asimilar.
Enlazando con la actividad agrícola también habría que citar el uso que se da al agua del río. Aunque el abuso de las extracciones de agua irregulares no es ni de lejos comparable al de ríos como el Jalón o el Jiloca, siguen existiendo pozos ilegales.
Por otro lado existen dos embalses, Mezalocha y las Torcas. El primero es un pequeño embalse construido en el s XVIII y plenamente integrado en el paisaje y el segundo es la típica obra hidráulica franquista, recrecido en 1973. Son obras de escaso impacto pero que reflejan la histórica carencia hídrica de un río con fuertes estiajes y que se seca completamente en grandes tramos meses enteros.


Una vista del pantano de las Torcas

Hay que tener en cuenta que el Uerba no tiene ningún afluente y que sus aportes de aguas subterráneas son muy escasos. En los últimos años, con un descenso de precipitaciones, la situación se ha agravado y el nivel del río en la estación cercana a la desembocadura ha llegado a ser de 10cms de profundidad y se registraba un caudal tan inapreciable que la estación marcaba 0m/s.
La situación de falta de caudal va asociada a la pérdida de fauna y ha habido episodios críticos como en 2011 cuando se tuvieron que trasladar bancos de peces desde el pantano de Mezalocha por el riesgo de muerte por falta de oxígeno y el consiguiente deterioro ambiental.
Aún así, en el año 2000 se planteó un nuevo recrecimiento de las Torcas y, en paralelo, uno de esos proyectos irracionales que caracterizan a esta tierra: una toma de aguas en forma de trasvase a varios pueblos, pese a disponer ya de acuíferos y hasta del mismo río con un coste de más de 3 millones.
Esta pérdida de agua amenaza el entorno de un río que, al mismo tiempo, nos permite disfrutar de paisajes naturales preciosos, de lugares singulares como el entorno de Cerveruela, pueblo que circunda el cauce, las hoces del río o la presencia de fauna silvestre, desde cangrejo autóctono a nutrias.



El río en Cerveruela


También encontramos paisajes urbanizados, como el parque de Muel, entornos rurales singulares y varios puentes medievales.
Pero el medio rural que encontramos en las riberas nos ofrece una precisa fotografía de uno de los males que aquejan a Aragón: la despoblación.
Conocemos el río sobre todo por su paso por Zaragoza, pero hasta llegar a Muel atraviesa 15 poblaciones que en total suman menos de 2000 habitantes reales.
Es fácil recorrer toda la cuenca en bicicleta, por ejemplo, desde la angosta carretera que conecta el nacimiento en Fonfría con Ferreruela. En invierno es casi una hazaña por las bajas temperaturas, pero no es una hazaña menor cruzarse con algún habitante. Si bien en los aspectos ambientales el río va mejorando, el asunto de la despoblación parece no tener remedio y la demografía de todo el cauce superior va en retroceso.
El transporte público depende de un ferrocarril de puntualidad incierta y muchos pueblos no disponen tan siquiera de bus diario.



Por suerte las cosas cambian, aunque lentamente. El Uerba ya no es una sopa de contaminación, aunque muchos tramos en Zaragoza y en su entorno, en localidades como Cadrete o Cuarte, siguen estando deteriorados.
Hay programas de recuperación de riberas y reforestación y en los tramos urbanos se han creado parques y estabilizado la erosión de las márgenes.
Pero otros problemas persisten y el más grave se aprecia a simple vista: el río cada vez tiene menos agua. De hecho buena parte del año lleva menos de la mitad de lo que se considera caudal ecológico que garantiza su sostenibilidad.
La imagen del río en estos días de lluvias puede ser engañosa. Los ríos hay que vivirlos y, un primer paso, es conocerlos.
Buena idea es acercarse al Uerba, conocerlo en su totalidad si es posible y hacerlo un poco nuestro. A lo mejor nos sirve esa frase de conocerlo es quererlo.